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La investigación sobre si la música humana afecta a los animales, y cómo lo hace, aún no está clara, pero cada vez más refugios de animales y zoológicos empiezan a ponerles música.

Se sabe que algunas especies de animales pueden percibir frecuencias de sonido diferentes a las de los humanos.

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De hecho, pueden oír muchos más sonidos que nosotros. Así que tal vez a algunos animales les guste Mozart sólo porque pueden oír notas que nosotros no podemos.

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Por el momento, parece que el jurado aún no ha decidido si la música humana tiene algún efecto sobre los animales salvajes o domésticos.

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Pero es posible que nuestra música afecte al comportamiento de algunos animales, e incluso que les haga actuar de determinada manera.

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Una posibilidad sería que diferentes tipos de música influyeran en el comportamiento de los animales domésticos de forma muy sutil.

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Incluso puede ocurrir que su comportamiento cambie en función del género musical que se escuche, de modo que la música clásica les haga querer abrazarse mientras que el heavy metal les haga querer perseguirse.

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Buscado el tono adecuado

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Los resultados son fruto de la colaboración entre Snowdon y Mark Gerstein, director asociado del Centro Nacional de Investigación de Primates de Wisconsin.

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Snowdon, que se asoció por primera vez con Gerstein en 2002 para investigar las comunicaciones vocales de los monos rhesus, se interesó por los gustos de los felinos cuando su propio gato reaccionó más favorablemente a la música que sin letra.

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«Llevamos mucho tiempo estudiando la música y las emociones», dice Snowdon. «Nos dimos cuenta de que nuestros gatos venían corriendo cada vez que tocábamos el piano. Empezamos a preguntarnos si nuestro gato captaba algo que nosotros no podíamos oír».

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Snowdon y sus colegas probaron sus selecciones musicales en 60 gatos domésticos de un refugio de animales.

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Los investigadores hicieron sonar la música durante 10 minutos y luego dieron a cada gato la posibilidad de elegir entre tres habitaciones. Una habitación estaba en silencio, otra tenía la música y la tercera tenía ruido blanco.

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Los gatos pasaron más tiempo en la habitación que tenía música que en cualquiera de las otras. También era más probable que se durmieran en la habitación con música.

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«La música puede utilizarse como una forma agradable de ayudar a inducir a los gatos a entrar en las jaulas», dice Snowdon. «Uno de nuestros colegas felinos lo probó cuando necesitaba meter a un gato en un transportín, y funcionó».

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Por otro lado, el estudio también continuo en casa de los felinos. La música se reprodujo para seis gatos en su casa.

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Los felinos llevaban monitores de frecuencia cardíaca y cámaras de vídeo para medir sus reacciones. A continuación, los investigadores analizaron los datos para ver cómo afectaba la música a los animales.

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«El objetivo de este estudio era demostrar que si la música se compone dentro de su rango de audición (el de los gatos), que tiene un ritmo que está en el rango de su ritmo cardíaco intrínseco, e incorpora sonidos que tienen un significado emocional, entonces responderán a ella», dijo Snowdon. «Así que ahora sabemos que a los gatos les gusta la música».

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Según el estudio, algunas de las canciones más efectivas fueron las compuestas en clave menor por Mozart y Schubert a unas 62 pulsaciones por minuto, que coinciden con el ritmo cardíaco intrínseco de un gato.

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Una sinfonía de Beethoven a 74 pulsaciones por minuto hizo que el corazón de algunos gatos se acelerara más de lo normal, pero otras canciones de Bach al mismo tempo no tuvieron ningún efecto sobre los felinos.

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Diferentes tonos para diferentes animales

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La mayoría de los estudios sobre el tema de los animales y la música se han basado en la observación del comportamiento, que es una metodología problemática.

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Para averiguar si los animales responden realmente a la música, Snowdon utilizó imágenes cerebrales para demostrar que sí lo hacen. También demostró que los primates no humanos son mejores en la imitación vocal.

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Cree que el campo ha estado trabajando con suposiciones erróneas, incluido el problema de la frecuencia: los animales oyen rangos diferentes a los nuestros.

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El problema de la frecuencia es un ejemplo: los animales oyen gamas diferentes a las nuestras.

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Los investigadores que tocaron Mozart a ratas en Japón demostraron que los animales ignoraban las frecuencias por debajo de los 4.000 hercios, lo que significa que la mayor parte de la música humana es irrelevante para ellos.

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Snowdon afirma que esta laguna en la bibliografía fue subsanada por su propio estudio, en el que participaron más de mil ratas de laboratorio.

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El estudio, que duró tres años, utilizó el condicionamiento operante de recompensas para determinar si las ratas preferían una composición musical a otra.

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La respuesta fue afirmativa: las ratas preferían la música consonante a la disonante.

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El veredicto: Sí, a los animales les gusta la música. No todos los tipos, por supuesto, pero sí algunos. «No hay duda de que les gusta la música», dice Snowdon. «Les he puesto de todo, desde heavy metal hasta country y western».

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Articulo relacionado: Los cocodrilos y música clásica.

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Diferentes tonos para diferentes animales

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Para entender qué es lo que los animales encuentran placentero en una pieza musical, primero hay que saber qué oyen y cómo procesan sus cerebros los sonidos.

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Esto nos lleva a un terreno que los neurocientíficos acaban de empezar a explorar.

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Snowdon defiende una visión más elaborada de la apreciación musical de lo que se suponía hasta ahora. «Si vas a una tienda de animales y compras un loro, el dueño te dirá que le gusta la música clásica. Pero no sabemos realmente qué experimenta el animal».

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Así que Snowdon ha estado explorando la idea de que deberíamos observar todo el reino animal -que incluye un montón de especies además de las aves y los mamíferos- y ver cómo responden al sonido.

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«El problema de estudiar el canto de los pájaros», observa, «es que las aves no pueden decirnos lo que sienten».

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El mismo problema existe con muchas otras especies además de las aves: Sus vocalizaciones suelen ser comportamientos aprendidos, no expresiones de sentimientos.

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Pero hay ciertos animales cuyas vocalizaciones son gritos innatos de emoción.

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Aunque durante mucho tiempo se sospechó que era un rasgo exclusivamente humano, estos estudios han demostrado que otros animales también pueden apreciar la música.

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Pero su investigación no es un mero entretenimiento: tiene importantes implicaciones para el bienestar y la conservación de los animales.

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Referencia

https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S016815911500060X?via%3Dihub T. Snowdon, Teie, Savage et al. 2015: https://doi.org/10.1016/j.applanim.2015.02.012

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